viernes, septiembre 02, 2011

Sobre el 3D (Segunda Parte)

Si recordáis lo que expliqué el otro día, todo creador audiovisual debe tener en cuenta dónde se va a proyectar su obra. ¿Por qué esto es tan crítico cuando se trata del 3D? Al filmar una escena se tiene que calcular la colocación de las cámaras en función del efecto deseado y el tamaño de la pantalla donde se va a proyectar. Así que si se planea para una proyección en 200 pulgadas se colocan las cámaras de una manera, pero si va a ser un televisor doméstico de 40 pulgadas se colocan de otra manera. ¿Qué pasa si la película está pensada para 200 pulgadas y la proyecto en 40 pulgadas? que el efecto 3D varía. ¿Entonces una misma película 3D se ve distinto según el tamaño de la pantalla? Sí, pero no solo afecta el tamaño de la pantalla, además hay que tener en cuenta la distancia del espectador con respecto de la pantalla. Si por ejemplo estoy sentado a una distancia de 10 metros el efecto 3D tiene una profundidad determinada pero si me alejo hasta 20 metros esa profundidad aumenta. Esto crea efectos indeseados como deformaciones adicionales en lo que estamos viendo. ¿Y si me acerco? la sensación de profundidad se reduce y todo se ve más plano.

¿Me estás diciendo, que la película y la sensación 3D que me va a ofrecer va a ser distinta en mi salón que en el cine? Sí, eso estoy diciendo. Decidir los parámetros con los que se filma una película en 3D es un problema serio, además, una vez que tomas la decisión y has filmado una toma, si quieres variar el efecto 3D tienes que volver a filmar la escena. Pero si no fuera poco con todo esto, además hay otro factor a tener en cuenta a la hora de generar contenido en 3D, y es el espectador. ¿Que le guste o no lo que ve? No, que pueda ver lo que le pones.

La capacidad para tolerar la ilusión óptica 3D es diferente según la persona, y no me refiero a gente con problemas de estrabismo. Cuando se ven imágenes 3D los ojos trabajan de una manera distinta a la que están acostumbrados. Entre otras cosas porque se rompe la convergencia habitual con la que trabajan. Además el sistema nervioso de cada uno procesa la información que recogen los ojos de maneras particulares, y por tanto ver imágenes 3D es algo para lo cual cada uno tiene unas limitaciones. Si la proyección tiene, por decirlo de alguna manera, mucho efecto 3D, puede que muchos espectadores no acomoden la vista para verlo y por tanto para ellos la proyección sea un continuo va y ven de imágenes dobles. Además de que puede producir efectos secundarios como mareos e incluso nauseas.

Si el efecto 3D es suave, o breve, estos efectos casi no se dan, pero estamos hablando de películas, televisión y videojuegos, le estamos pidiendo a la gente que aguante incluso más de 2 horas ininterrumpidas de 3D. Por suerte, salvo problemas concretos, mientras más 3D se ve, más se acostumbra el cuerpo a este efecto y menos problemas se tendrá. Pero claro, a la misma sesión acuden tanto veteranos que llevan viendo 3D toda su vida como los que lo hacen por primera vez. Entonces si no quieres que la gente se niegue a volver a ver cine en 3D porque acabe mareada se suele moderar la intensidad del mismo. De ahí que no haya muchas películas que hagan el efecto de pop-out, que salgan los objetos de la pantalla, pues es uno de los efectos que más dificultades provoca en los espectadores.

Dicho todo esto, dejo pendiente para el siguiente artículo contaros qué es lo que pueden ofrecer los videojuegos en este panorama del 3D.

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