A las 15:30, fuego en la calle, quiero decir, calor, me planté en el lugar concertado para tan importante prueba. Yo estaba bastante tranquilo, pues tampoco lo llevaba preparada como para tener especiales posibilidades. La facultad, un edificio antiguo y antes fábrica de tabaco, con un estilo más solemne que la escuela de informática que solía frecuentar, me gustaba. En los amplios pasillos hacía casi tanto calor como en la calle, pero, como había sombra, era bastante llevadero.
Más y más gente venía, y esperábamos en la puerta del aula magna, donde los de mi grupo teníamos el examen. Curiosamente no he visto a nadie conocido, ni tan siquiera de cruzármelos por la calle. Finalmente, a las 15:50 empezaron a llamar a la gente. Uno por uno, iban diciendo los nombres de la lista, y pacientemente aguardábamos nuestro turno.
Una vez dentro del aula magna, las condiciones eran mejores, había aire acondicionado. En la mesa principal nos dieron nuestra hoja para anotar las respuestas y un señor muy amable nos iba acompañando a nuestros sitios.
Cuando ya estábamos todos, nos leyeron las normas de la convocatoria, y pidieron que les acompañaran dos voluntarios para desprecintar las cajas que contenían los exámenes y que aguardaban en otra sala del edificio. Repartieron los tests y, a las 16:55, empezamos la prueba.
Las primeras preguntas eran de legislación, aquí noté lo poco que sabía, pero menos hubiera sabido si no es por las clases particulares de derecho administrativo que estoy recibiendo en la academia. Aun así, mi hoja de respuestas empezaba a quedarse con muchas preguntas sin contestar. Tras unas cuantas preguntas de esta materia, llegaron las de informática, y la primera me la sabía, me emocioné un poco, perecía que la cosa mejoraba. No fue por mucho tiempo. Las preguntas de informática que me sabía se mezclaban con muchas más que no sabía. ¿De donde narices habían salido? ¿De verdad eso es de informática? Era como si cosas que más o menos conocía dejasen de tener significado para mí por la terminología específica que usaban. Mi gozo en un pozo.
El final, tras dos horas y pico, la cosa quedó en aproximadamente una de cada tres preguntas contestada. Aunque me ha ido fatal, la experiencia ha sido muy interesante y para la próxima vez la historia será bien distinta. Confío en ello. XDD
sábado, junio 11, 2005
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Opositar en busca de un empleo público es la mejor manera de encontrar solución al desempleo y a la crisis económica reinante. Por este motivo es conveniente estudiar y presentarse una y otra vez sin perder el ánimo con el objetivo de obtener un trabajo digno con numerosos beneficios desde el punto de vista económico y social.
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