domingo, enero 09, 2011

12 meses han pasado.

En un abrir y cerrar de ojos otros doce meses han transcurrido. Ahora, en esa hora en la que estoy trasnochado, cansado y melancólico, repaso otro año que dejo atrás.

Se ha movido todo. He hecho muy diversas cosas, muchas nuevas, y sin embargo siento que no he avanzado. Solo recojo una vaga sensación en el cuerpo de este año que pasa. Como haber intentado caminar en muchas direcciones para acabar en el mismo sitio. No me siento cambiado en modo alguno, y esperaba sentirme distinto para cuando llegara el 2011.

Estoy en standby como un equipo de música, esperando que aprieten el botón para que empiece a sonar la música que nunca llega.

Últimamente me siento gris, como el tiempo, y gastado, como mi ropa. Podría haber hecho más con el año, también es verdad que podría haber hecho menos. Sigo sintiéndome un niño y, en unos días, voy a cruzar los treinta.

Por delante tengo trabajo, amigos, familia, gente a la que quiero y con la que disfruto mucho el paso de los días, y sin embargo cada noche me acuesto pensando en que mañana será el principio del resto de mi vida.

Hoy, tal vez me vaya a la cama pensando que ya van demasiadas veces que encaro el día pensando que hoy va a ser un gran día; Mañana habré olvidado todas estas divagaciones, probablemente me levante con una sonrisa.