La primera vez que me vi disparando a un bebé infectado fue bastante traumático, pero esos pequeños bastardos me han hecho olvidar rápidamente ese sentimiento. Cabrones, pequeños, rápidos, escupen esa especie de ácido por sus tentáculos. He aprendido a defenderme. Al principio pensé que era eficaz con cortarle los tentáculos, pero son tres y hay que afinar mucho la puntería, al final lo mejor es patearles el craneo. Un buen pisotón (o dos) y felices sueños.
Me siento como si hubiera hecho "patada al nene" con Ike.
domingo, diciembre 21, 2008
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